LA PRENSA TÉCNICA: DESDE SUS ORÍGENES HASTA 1925
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¿Cómo se informaba un ciudadano de la antigua Roma? Alrededor del año 59 a.C., en pleno siglo I a.C., surgió en Roma algo que se asemeja mucho a lo que hoy conocemos como un periódico. Estamos hablando de las «Actas diarias del pueblo romano» (Acta diurna populi romani), creadas por Julio César. Estas Actas recopilaban eventos de diversa índole que sucedían diariamente en la ciudad de Roma, y su redacción estaba a cargo de profesionales especializados conocidos como diurnarii, a quienes podríamos considerar como los precursores en Roma de los periodistas. Para acceder a esta fuente de información, el ciudadano romano tenía que dirigirse al Foro, donde las Actas se exhibían públicamente custodiadas por la milicia. Estas noticias se inscribían en planchas de madera recubiertas de cal o enceradas.
Las primeras formas periodísticas hay que buscarlas en los albores de nuestra civilización. Entre los griegos, Alejandro Magno contaba con escribas y cronistas que lo acompañaban para documentar sus victorias, y escritores e historiadores como Homero, Jenofonte, Heródoto y Tucídides han sido considerados como periodistas de su época.
En todas las sociedades avanzadas han existido sistemas para registrar eventos significativos y difundir novedades. Por ejemplo, se tiene constancia de la existencia en China de lo que podría considerarse como un periódico mensual en la corte de Pekín, conocido como el “Kin Pau”, que se remonta a finales del siglo IX. Este periódico pasó a ser semanal en 1361 y posteriormente se convirtió en diario a partir de 1830.
Más allá de estas referencias chinas y clásicas, las noticias manuscritas que se difundían por toda Europa casi dos siglos antes de la invención de la imprenta representan el antecedente más inmediato del periodismo. Estamos hablando de publicaciones como las italianas “Avisi” o las alemanas “Zeitungen” que, con la llegada de la imprenta en 1450 gracias a Johannes Gutenberg, adquirieron la capacidad de ser ampliamente reproducidas. Esto dio lugar a la aparición de las primeras gacetas semanales en el siglo XVII, aunque no fue hasta finales del siglo XVIII cuando los periódicos diarios pasaron a ser comunes y, durante gran parte del siglo XIX, fueron adquiriendo la forma que aún conocemos hoy en día.
Indudablemente, la invención de la imprenta por parte de Gutenberg marcó un momento clave en el surgimiento de las publicaciones periódicas. Sin embargo, también es preciso destacar dos innovaciones adicionales que desempeñaron un papel determinante en este proceso. Por un lado, la creación de servicios públicos de correos. Por otro, el establecimiento de la libertad de imprenta que fue fundamental. Estos tres elementos en conjunto sentaron las bases para el florecimiento de las publicaciones periódicas.
En Europa, los servicios públicos de correos operaban con una frecuencia semanal y se apoyaban en una red compleja de postas. Estas postas eran establecimientos que ofrecían caballos de relevo y hospedaje en intervalos de unas dos o tres leguas, equivalentes a aproximadamente ocho o doce kilómetros. La frecuencia semanal se sincronizaba con la celebración de mercados en las ciudades, lo que facilitaba la comunicación y el intercambio de noticias. Estas noticias solían difundirse y venderse en forma de hojas sueltas y eran altamente demandadas por príncipes y particulares, lo que generaba competencia entre los maestros de postas y los impresores.
El establecimiento de la libertad de imprenta desempeñó un papel crucial en el desarrollo de las publicaciones periódicas. La historia tiene sus raíces en la Inglaterra del siglo XVII, pero vivió un momento destacado durante la Revolución Francesa con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, que proclamó el derecho a la libre comunicación del pensamiento. Sin embargo, es importante señalar que Napoleón reintrodujo la censura y la autorización previa en 1800, de manera que se ejercía un control riguroso sobre los periódicos. En contraste, en Estados Unidos, desde sus inicios como nación independiente en 1786, la prensa pudo disfrutar de un amplio ámbito de libertad, con la supervisión de los tribunales.
En el caso de España, la libertad de prensa experimentó un retraso notable, y paradójicamente se logró después de la invasión de las tropas napoleónicas en 1808. Aunque las Cortes de Cádiz decretaron la libertad de imprenta en noviembre de 1810 y la consolidaron en la Constitución de marzo de 1812, ya antes del levantamiento popular antifrancés del 2 de mayo de 1808 en Madrid habían surgido periódicos, folletos y diversas publicaciones. Este incipiente período de libertad de imprenta fue efímero, ya que, tras el final de la Guerra de la Independencia en 1814, se restauró el Antiguo Régimen. A pesar de un breve lapso liberal durante el Trienio Constitucional (1820- 1823), no sería sino hasta la muerte de Fernando VII en 1833, y más específicamente con la promulgación de la Ley de Imprenta de 1837, cuando el periodismo liberal pudo comenzar una trayectoria más continua, aunque no siempre estable, que se mantendría hasta la Guerra Civil de 1936.
Los primeros pasos hacia la prensa técnica
En el siglo XVI comenzó a consolidarse un prototipo inicial de revista o periódico de periodicidad relativamente baja, que oscilaba entre mensual y anual, cuyo propósito era documentar los eventos políticos y militares más relevantes de la época. Estas publicaciones solían llevar el nombre de “Mercurio”, en homenaje al mensajero de los dioses griegos.
Es relevante mencionar el “Mercurius Gallo-Belgicus”, que se publicó en latín en Colonia en 1594. Comenzó siendo un extenso volumen anual de 625 páginas y luego continuó con volúmenes más compactos cada seis meses. Esta publicación abarcaba noticias europeas, y de su título surgió el término “Mercuriales”, que era la denominación común en esa época para este tipo de publicaciones.
En las primeras décadas del siglo XVII, los periódicos semanales conservaron sus antiguos nombres como “avisos”, “courants”, “currents”, “nouvelles”, “newes” o “zeitung”. Sin embargo, tras las “Gazettes” de la monarquía francesa en 1631, el término “gaceta” pasó a ser la denominación genérica para las publicaciones informativas con un acusado contenido político.
La “Gazette” fue la primera publicación semanal con autorización en Francia, editada por Téophraste Renaudot por encargo de Luis XIII y su ministro, el cardenal Richelieu. En poco tiempo se convirtió en un referente del periodismo estatal que inspiró imitaciones en otros países. En 1635 Renaudot también lanzó la “Feuille du Bureau d’Adresse”.
En Cataluña, en el contexto de la Guerra dels Segadors, surgieron dos publicaciones en 1641: la “Gazeta” y las “Novas Ordinarias”. Estas fueron las primeras manifestaciones de estilo gaceta en España, aunque con denominación francesa. Quiere esto decir que se trataba de traducciones al catalán de ejemplares de la “Gazette” y las “Nouvelles Ordinaires des divers endroits”, publicadas en París por Téophraste Renaudot. Por lo tanto, no se considerarían gacetas propias de Barcelona.
Hasta el año 1661, España no contó con una gaceta oficial. Esta fue la “Relación” o “Gazeta”, precursora del Boletín Oficial del Estado, que inicialmente se publicaba con periodicidad mensual. Sin embargo, a partir de 1677 pasó a ser semanal con el título de “Gaceta Ordinaria de Madrid”. En 1697 pasó a titularse “Gaceta de Madrid”. Esta publicación desempeñó un papel crucial al familiarizar al público con los eventos políticos y militares de la época. Además, contribuyó al desarrollo del lenguaje periodístico, incorporando traducciones de textos de otras gacetas europeas y enriqueciendo el nivel cultural de los españoles, a pesar de las reservas que generaba su carácter oficial.
En el año 1706 vio la luz la “Gazeta de Barcelona”, y en 1762 apareció el “Diario Curioso, Histórico y Erudito, Comercial y Económico”, con origen igualmente en la capital catalana. En un momento dado, este último se dividió en dos partes, segregando los contenidos científicos de los temas comerciales. La segunda sección podría considerarse como uno de los primeros ejemplos en España de recopilación de publicidad en la prensa, funcionando de manera similar a una guía de compras.
En 1761 vio la luz “El Caxón de sastre catalán”, un semanario que se inspiró en el “Caxón de sastre” de Madrid. Posteriormente, en 1773, surgió “El Pensador Matritense”, un semanario curioso, erudito y comercial que abordaba “discursos sobre todos los temas que involucran a la sociedad civil”. Una particularidad de esta publicación era que se imprimía en Madrid y luego se reeditaba en Barcelona.
Europa, cuna de la prensa especializada y profesional
La prensa técnica es a menudo considerada como sinónimo de prensa especializada, pero en realidad presenta características adicionales que la definen de manera única. Sintetizando, podría describirse como un vehículo de información especializada destinado a profesionales de un determinado sector de actividad. El carácter profesional de su contenido y de su público es lo más importante.
Si la definición de límites ha sido siempre poco precisa, quizá lo era menos en los orígenes. Durante los siglos XVII y XVIII existieron publicaciones que en cierta medida podrían ser consideradas como técnicas y, al mismo tiempo, ofrecían información general. Esto es reflejo de una época en la que se produjo simultáneamente el surgimiento de la prensa y el comienzo de una sucesión de descubrimientos e invenciones que finalmente condujeron a la civilización técnica en la que vivimos hoy. Uno de los hitos iniciales en el desarrollo de las publicaciones especializadas fue la aparición de revistas científicas, como se detallará a continuación.
A finales del siglo XVII en Europa se publicaban alrededor de 30 revistas científicas y médicas. En el siglo XVIII esta cifra experimentó un significativo aumento, llegando a superar los 700 títulos, con una destacada predominancia de revistas alemanas. Este crecimiento estuvo vinculado al desarrollo de la especialización en campos como la química, la física, las ciencias naturales, la mecánica y la ingeniería.
De acuerdo con datos de la UNESCO, para el año 1850 ya existían alrededor de 1.000 revistas técnicas y científicas en todo el mundo, y este número se incrementó hasta llegar a más de 10.000 hacia 1900. Este considerable aumento se debió al enorme desarrollo industrial y tecnológico experimentado en la segunda mitad del siglo XIX.
FranciaEl “Journal des Sçavans” (1665) desempeñó un papel fundamental, al ser el primer periódico científico publicado en Europa. Contenía artículos, cartas y notas de relevancia científica. Su publicación se interrumpió en 1792, durante la Revolución Francesa, y aunque tuvo un breve resurgimiento en 1797, no recuperó su regularidad hasta 1816, cuando evolucionó hacia una publicación de carácter más literario. En 1702 la publicación “Histoires et memoires”, que publicaba de forma regular la Academie des Sciences de París, dio origen en 1750 a la nueva serie “Memoires de mathematiques et de physique présentées à l’Academie Royale des Sciences par divers sçavans et lus dans ses Assemblées”. A partir de 1771, el “Journal d’observations sur la Physique, l’Histoire naturelle et sur les Arts et Métiers” (Diario de observaciones sobre la Física, la Historia natural y sobre las Artes y Oficios) fue publicado por Abbé Rozier, un botánico y agrónomo francés. |
InglaterraDestaca “Philosophical Transactions” (1665), publicada por la Royal Society de Londres, institución fundada en 1660. Esta revista fue la primera publicación científica en inglés y la primera en el mundo dedicada exclusivamente a la ciencia. Desde su creación se ha venido publicando de manera ininterrumpida y puede considerarse el boletín científico más antiguo y duradero en funcionamiento a escala global. Londres fue también el lugar de nacimiento de “Nature”, una de las revistas científicas más prestigiosas a escala mundial, fundada por el astrónomo británico de la Royal Society Joseph Norman Lockyer. El primer número de “Nature” se publicó en 1869. |
AlemaniaCabe mencionar dos publicaciones destacadas: “Miscellanea curiosa” (1670-1705), centrada principalmente en temas médicos, y “Acta eruditorum”, considerada la primera revista de carácter científico en la historia de Alemania. Estas dos revistas sirvieron como modelo para otras publicaciones tanto en Inglaterra como en Francia. Además, otra notable publicación, “Der Naturforscher” (1744-1804), editada en Halle, recopilaba contribuciones originales en el campo de las ciencias. |
EspañaEn los inicios del periodismo especializado en España sobresalen dos corrientes principales. Por un lado, están las revistas científicas, creadas por instituciones o destacadas personalidades, como profesores, naturalistas o médicos, que introdujeron en nuestro país la literatura científica extranjera. Por otro lado, está lo que podríamos denominar “misceláneas de divulgación”, publicaciones que desempeñaron un papel modesto, pero tal vez inestimable, en la divulgación del progreso técnico. A partir de 1734, varios miembros de la Academia de Medicina y Cirugía, debidamente autorizados por un Real Decreto, iniciaron la publicación de las “Efemérides Barométrico-Médicas Matritenses” con una periodicidad mensual. Esta publicación está considerada como la primera revista científica en España y perduró hasta el año 1747. Se podría considerar que las revistas “El Mercurio” de 1738, “El Correo General Histórico, Literario y Económico” de 1762, y el “Diario Curioso, Histórico y Erudito, Comercial y Económico” de 1762, en cierta medida tienen un enfoque parcialmente técnico y especializado. En 1797 se crearon dos publicaciones notables en España. La primera es “El Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos”, a cargo del naturalista Juan A. Melón, con sede en Madrid y cuya publicación perduró hasta 1808. La segunda es “Misceláneas instructivas, curiosas y agradables, o anales de literatura, ciencias y artes”, también nacida en la capital del reino, aunque su existencia se limitó a tan solo tres años. Aún más breve fue la vida de los “Anales de Historia Natural”, con sede en Madrid, que surgió en 1797 y desapareció al año siguiente. En el siglo XIX habían aparecido otras publicaciones en el ámbito agrario y técnico, muchas de ellas efímeras y vinculadas mayoritariamente a asociaciones diversas. Entre las más destacadas merecen mencionarse por la longevidad la “Revista del Instituto Agrícola Catalán de San Isidro”, nacida en 1881; también “El Magisterio Español” (1866) y “El Consultor” (1852), ambas fundadas a mitad del siglo XIX, que perviven en la actualidad. Otro grupo de publicaciones perfectamente identificables son las revistas nacidas como órganos de comunicación y relación entre los miembros de ingenieros. La “Revista de Ingeniería Naval y Oceánica Española” fue la primera de ellas; apareció en 1929 en Madrid y fue creada por la Asociación de Ingenieros Navales y Oceánicos. En sus inicios fue un boletín de noticias financiado por dicha Asociación que ha evolucionado hacia un modelo informativo y con publicidad. La “Revista Clínica Española”, fundada en 1940, en la actualidad pertenece al grupo Reed Elsevier, y cuenta con más de 2.000 artículos publicados. “Revista Clínica Española” es otra revista con trayectoria centenaria que experimentó una profunda renovación en el año 2000, y actualmente es órgano oficial de la Sociedad Española de Medicina Interna. |
La Revolución Industrial
(SIGLOS XIX-XX)
En la segunda mitad del siglo XIX y en los albores del siglo XX, el mundo ingresó en una nueva fase del proceso industrial, marcada por un notable crecimiento económico. Los avances técnicos y productivos dieron paso a un sistema técnico renovado centrado en el acero, la electricidad y el motor de explosión. En este período cabe resaltar la creciente especialización en las publicaciones, ya que se desarrollaron importantes técnicas en campos como la mecánica, la electricidad y, posteriormente, la química. Esto dio lugar a una proliferación de revistas que podríamos denominar “de oficios”.
A partir de principios del siglo XX, se registró, además, un importante avance en los medios de comunicación de masas en el mundo industrializado. Este fenómeno comenzó en Estados Unidos y luego se extendió por toda Europa, dando lugar a una expansión de diarios, semanarios y revistas en la sociedad occidental.
La radio, la televisión, el cine y la fotografía fueron fuente de inspiración para la creación de numerosas revistas especializadas dirigidas al público en general, como, por ejemplo, las revistas de entretenimiento, pero también a una amplia audiencia de aficionados con intereses o formación profesional específica. Los editores o promotores de revistas técnicas también se adaptaron a estos avances tecnológicos, especialmente en campos relevantes como el cine, el automóvil o la aviación.
La Revolución Industrial marcó un punto de inflexión en la industria de la comunicación y la prensa, impulsando la creación de un nuevo modelo de negocio. Varios factores contribuyeron a este cambio. Por un lado, los avances tecnológicos, como la máquina de vapor, revolucionaron la producción de periódicos al aumentar la velocidad de impresión y reducir los costes de producción.
Además, la expansión de la red ferroviaria y el transporte marítimo transformaron la distribución de periódicos y revistas, acelerando la entrega de noticias y permitiendo llegar a un público más amplio en menos tiempo. En el ámbito de las comunicaciones, la invención del telégrafo y el teléfono posibilitó el acceso a noticias de última hora desde fuentes distantes y su transmisión de manera rápida, y ello dio lugar a la creación de las primeras agencias de noticias. Estos avances tecnológicos y logísticos sentaron las bases para la evolución del negocio de la comunicación y la prensa en la era industrial.
El comienzo de una nueva era
En lo que respecta al contenido de las publicaciones, la inclusión de imágenes, como fotografías, ilustraciones, caricaturas o gráficos, pasó a ser una característica común, lo que desempeñó un papel crucial en la mejora de la calidad y el atractivo de los productos, al tiempo que permitió la diversificación de su contenido para llegar a audiencias más amplias, como mujeres, niños, profesionales y aficionados con una variedad de intereses y pasatiempos. Además, se introdujeron secciones dedicadas al deporte, el entretenimiento y la moda, lo que no solo amplió la audiencia, sino que también atrajo a anunciantes específicos interesados en llegar a estos grupos de población.
Las publicaciones se convirtieron en un medio altamente atractivo para la publicidad, y ello propició la generación de ingresos significativos para los editores. La competencia por captar la atención de los lectores impulsó el crecimiento de las agencias de publicidad, que buscaban nuevas formas de promoción y difusión de productos y servicios.
Los editores, conscientes de la creciente complejidad y dinamismo del entorno mediático, comenzaron a reconocer la importancia de la colaboración mutua a la hora de hacer frente a desafíos comunes y de preservar la integridad y calidad de su trabajo. Esta cooperación adoptó múltiples formas, que incluyeron la creación de asociaciones profesionales y la participación en proyectos periodísticos colaborativos, tanto internacionales como nacionales. Esta sinergia entre profesionales de la comunicación no solo fortaleció la industria de los medios, sino que también permitió un periodismo más sólido y efectivo en un mundo en constante cambio.
En el ámbito internacional, en 1910 Bruselas fue sede de un Congreso Internacional de Prensa No Diaria que englobó tanto a la prensa técnica como a la no técnica. A este evento le siguió otro congreso similar en París en 1912 y posteriormente un tercero en la misma ciudad en 1914. En 1925 se creó la Federación Internacional de Prensa Técnica (FIPT), una de las organizaciones más antiguas y prestigiosas del mundo en este campo. Inicialmente, la federación se formó como un consorcio de editores cuyo objetivo era facilitar el intercambio de ideas. Con el tiempo, su alcance se expandió para incluir a propietarios de medios y creadores de contenido de todo el mundo, con el propósito de empoderarlos en la construcción de negocios mediáticos internacionales líderes en el mercado, brindándoles inteligencia, soluciones y oportunidades de colaboración.
En España, la Asociación de Prensa de Madrid se había creado en 1895, bajo la dirección de Miguel Moya. Un poco más tarde, en 1915, tuvo lugar el I Congreso Nacional de Prensa No Diaria. Aunque este congreso no se centró específicamente en la prensa técnica, atrajo a destacados representantes de revistas técnicas y profesionales. El evento fue convocado por la Asociación de la Prensa No Diaria de Barcelona, presidida por don Francisco López Canto, director de “La Voz de Fernando Poo”, y con don Miguel Boix Sanchón como secretario, quien a su vez dirigía “Tijeretazos”.
1925 fue un año clave para la prensa técnica y profesional. Al mismo tiempo que se constituía en París la Federación Internacional de la Prensa Técnica (FIPT), en Barcelona se fundó la Asociación Española de la Prensa Técnica y Profesional (AEPT) por parte de un grupo de editores liderado por Teodoro Colomina, que también había participado en la creación de la FIPT. Este grupo de profesionales pioneros sintió la necesidad de unirse y crear en España un espacio común donde defender sus intereses, promover la difusión de la labor cultural de sus publicaciones, fomentar la formación continua de sus miembros y establecer relaciones con otras asociaciones similares a nivel nacional e internacional. En poco tiempo esta entidad sin ánimo de lucro se convirtió en el punto de referencia para todos aquellos editores especializados dedicados a informar a profesionales de multitud de sectores.
En el año de fundación de la FIPT y la AEPT existían más de 800 revistas técnicas en España, que cubrían una amplia gama de sectores profesionales: agricultura, industria, tecnología, alimentación, medicina, educación, hostelería, etc. Estas publicaciones no solo proporcionaban información especializada y actualizada, sino que también actuaban como plataformas para la discusión y el intercambio de ideas entre los profesionales de las diversas disciplinas.
Al ritmo de los tiempos
CinematografíaEl 14 de mayo de 1896, justo antes de las festividades de San Isidro, tuvo lugar en España la primera proyección pública del Cinematógrafo de los hermanos Lumière. Esta histórica exhibición se llevó a cabo en uno de los salones del antiguo Hotel Rusia, ubicado en el número 34 de la Carrera de San Jerónimo. El invento llegó a España solo unos meses después de su presentación oficial en París y ofreció un programa similar, que constaba de 10 vistas documentales con una duración de 50 segundos cada una. En 1906 nació “Cinematograph,” la primera revista especializada en esta temática. Esta publicación de carácter semanal vio la luz en Barcelona y desempeñó un papel fundamental en la difusión y promoción del cine en España. |
AeronáuticaDurante mucho tiempo se habían ido realizando sin éxito diferentes intentos, pero finalmente, el 17 de diciembre de 1903, los hermanos Orville y Wilbur Wright lograron llevar a cabo el primer vuelo controlado en la historia impulsado por un motor. Seis años más tarde, Louis Charles Joseph Blériot marcó un hito en la incipiente aviación del siglo XX al cruzar el Canal de la Mancha entre Francia e Inglaterra en un avión, lo que constituyó un logro sin precedentes. En ese mismo año de 1909 se fundó la “Revista de Locomoción Aérea”, que servía de órgano oficial de la Asociación de Locomoción Aérea de Barcelona. Esta revista tenía una periodicidad mensual y publicaba trabajos originales sobre aviación, así como conferencias y artículos procedentes de revistas de otras asociaciones europeas. |
AutomovilismoPoco después de que el primer Daimler marcase el inicio de la era del automóvil en 1886, valientes pilotos comenzaron a organizar los llamados “viajes desde París,” rutas que partían de la capital francesa hacia otras importantes ciudades europeas o atravesaban Francia en su totalidad. En 1895, Emile Levassor logró la victoria en la carrera París-Burdeos-París al volante de un Panhard. En 1899, se fundó la revista “El Automovilismo Ilustrado”, que se publicó quincenalmente en Barcelona hasta 1907. Los primeros números se centraban en temas de mecánica, y a partir de 1905 empezó a incorporar noticias relacionadas con el automovilismo deportivo, como crónicas de la Copa Pirineos, la Copa Voiturettes y otras carreras populares. Los últimos números de 1907 se editaron en Madrid. |
Portadas de ayer y hoy
El Magisterio EspañolEl Magisterio Español, con origen en 1866, se especializa en temas de enseñanza. Desde su inicio ha publicado suplementos sobre infancia, mujer, legislación y pedagogía, además de novelas pedagógicas por entregas, reflejando las tendencias educativas de cada época. Actualmente forma parte del portafolio de la editorial Siena Educación. |
El Consultor de los AyuntamientosEl Consultor es una publicación técnico- jurídica dedicada al asesoramiento en el ámbito municipal. Desde 1852, ha sido, y sigue siendo, una herramienta esencial para funcionarios de la Administración Local, alcaldes y concejales, destacándose por su rigor técnico y sus planteamientos prácticos. En la actualidad, El Consultor está integrado en Aranzadi-LaLey (Karnov Group). |
Tal como el ciudadano romano de la antigüedad se habría asombrado ante las Actas diarias del pueblo romano, el siguiente capítulo nos llevará a maravillarnos con los precursores de la prensa técnica y especializada que, al igual que aquellos diurnarii en la Roma antigua, se unieron para abrir un nuevo camino. Viajaremos al corazón de las asociaciones de prensa técnica y conoceremos quiénes fueron los pioneros visionarios que se unieron en una búsqueda común por promover el conocimiento y la colaboración en sus respectivos campos. Desde la fundación de la FIPT hasta la creación de la AEPT, desvelaremos cómo ambas se convirtieron en pilares para el desarrollo y la difusión de la prensa técnica tanto en el mundo como en el contexto específico de España.